sábado, 2 de enero de 2016

7. Sanatorio de Dunwich (Cuarta parte).

Nota: Cuarta parte del séptimo capítulo del relato, para ir al primer capítulo pulse aquí:  Capítulo 1
Para ir a la primera parte del séptimo capítulo pulse aquí: Primera parte

-“¡Tomek, deprisa! ¡tenemos que salir de aquí!”- Henry me hacía señas con el brazo desde su posición junto a un tipo larguirucho de lo más extraño. Ambos tenían pinta de haber pasado por tremendos obstáculos hasta llegar a mi posición. Tenían la ropa raída, y estaban cubiertos de polvo oscuro. Fuera lo que fuese lo que estuviese al otro lado de la puerta, no parecía muy acogedor.

Sorprendido de volver a verle, me apresuré a llegar a su lado, sentía un inmenso alivio al encontrarme con Henry de nuevo y ver que estaba bien, pero también sabía que si nos demorábamos en aquella estancia podía ser fatal para nosotros, así que con un rápido gesto de afecto, le di por saludado y emprendimos la huida más vertiginosa vivida hasta la fecha.

Mientras desandábamos el camino recorrido por Henry y su amigo con premura, me pusieron al día de lo ocurrido en este hospital de mala muerte. Resulta que nos encontrábamos en el sanatorio Saint Helling, hogar y trinchera de los llamados “los testaferros del mal”. Un grupo de lugareños de Dunwich que respondieron a los misteriosos ataques de distinta manera a los cazadores.

- “Poco sabemos de ellos”- explicaba Henry - “llevan en el pueblo tanto como nosotros y jamás hemos sido capaces de encontrarle sentido a sus actos”- en ese momento Henry cortó su explicación para preguntarle a su amigo sobre la dirección que debíamos tomar en ese momento. El hombre en cuestión solo se limitó a señalar a la izquierda hacia una habitación que se encontraba en el fondo, y nos dispusimos a encaminarnos hacia ella mientras Henry continuaba con su relato. - “Como iba diciendo, estos tíos son de lo más extraños. En vez de unirse a nuestra caza de las bestias creyeron que sería mejor venerarlas para ver si así salvaban la vida. Al principio eran cuatro locos a los que nadie hacía caso, pero ahora, con los continuados sucesos que se dan en el pueblo, la gente está empezando a hacerles caso, y a lo que es peor, a ayudarles a eliminar a aquellos que creen que son los culpables de que esas bestias inmundas se enfaden y nos ataquen. Osea, nosotros”- con una risa burlona como si no tuviera sentido alguno lo que estaba relatando, culminó esta fascinante historia, y se dispuso a ayudar al estaño hombre a abrir la puerta de la habitación que se encontraba ante nosotros- “Este es Jason, por cierto. Es un colega de la orden. Fue él el que se coló en este infierno para poder sacarnos de aquí”- El tal Jason solo se limitó a saludarme con la cabeza con una leve sonrisa, antes de seguir enfrascado en la ardua tarea de abrirnos la cerradura que bloqueaba la estancia. Por mi parte le devolví el saludo sin dejar de pensar en lo extraño que parecía con ese aspecto sombrío y esa elegancia inoportuna al momento que estábamos viviendo, y el embrollo en el que me había metido sin quererlo en ningún momento.


Después de varios intentos, logramos tirar la puerta abajo, y colarnos en la sala sin mucha demora. Según el tal Jason, en ella había una salida que daba a la parte posterior del hospital. Solo debíamos atravesarla para poder acceder a dicha zona, y colarnos después por la escalera de incendios para lograr salir del exterior. Parecía sencillo, solo debíamos cerciorarnos de que nadie nos viese. Así que vigilando nuestras espaldas nos dispusimos a cruzar  su umbral donde nos encontraríamos con la realidad más cruda de todas.

En cuanto cruzamos la puerta, un intenso olor dulzón a hierro me hizo retroceder. La estancia se encontraba en la más absoluta de las penumbras pero, gracias a a la luz del pasillo que se filtraba en la habitación, pudimos visualizar el escenario dantesco que se abría ante nosotros. Lo que parecía un simple habitáculo de hospital se había transformado en una sala llena de símbolos arcanos dibujados con una especie de sustancia roja pegajosa, que parecía ser sangre. Rudas cadenas oxidadas se sujetaban a las paredes, y unas extrañas máscaras de color ennegrecido, apiladas en un rincón acompañaban a los símbolos en la habitación más terrorífica que había contemplado hasta la fecha.

En cuanto visualicé dicho escenario me pegué a la pared de manera instintiva a modo de protección, mi mente era incapaz de procesar dicha imagen, y me dejó completamente atónito sin saber el por qué esta atrocidad estaba implantada en lo que parecía un hospital ordinario.

Al ver mi reacción, Jason le hizo un gesto a Henry para que me tranquilizase, mientras él seguía con su tranquilidad particular, buscando la salida que nos llevaría al otro lado del edificio. - “Tomek tranquilo, estás a salvo. Aún faltan unos minutos para que se den cuenta de que no has sido capturado y vayan en tu búsqueda. Debemos apresurarnos para ganar el mayor tiempo posible antes de que puedan encontrarnos”.- ¿A salvo?, ¿capturado?, las palabras de Henry resonaban como un eco distante en mis oídos mientras me encontraba en una especie de parálisis nerviosa. Todo mi cuerpo comenzó a ser como una cuerda tensa de la cual yo era presa. No era capaz de poder decir ni una palabra, y mi respiración entrecortada comenzaba a marearme. Esto comenzaba a superarme. La correlación de los acontecimientos estaba haciendo trizas mi espíritu.

Estaba a punto de derrumbarme. Sentía mis piernas flaquear ante la presión que reinaba en mi interior, pero por suerte, una mano firme sujetó mi brazo con rigor, y me dio las fuerzas necesarias para sostenerme en pie. Era Jason, había encontrado la salida y me arrastraba literalmente, hacia ella. - “Escúchame bien porque solo lo explicaré una vez.”- Jason me hablaba con una voz tan profunda y seca que tenía un cierto tono amenazante en su impertérrita tranquilidad - “No se quién eres ni que haces aquí, pero has venido al lugar equivocado en el momento equivocado. Estos tipos son peligrosos. Más de lo que tu diminuta mente de ciudad pueda procesar. Si te mantenían con vida en esa infame habitación de hospital, era para entregarte más tarde como sacrificio a lo que ellos llaman los dioses primigenios, en un intento de salvar sus insignificantes vidas”- Sus palabras iban calando en mi como una gota helada de un frío día de invierno en la desnuda piel. Intenté explicarle como me habían intentado convencer de que todo estaba en mi cabeza, y la dichosa cena de navidad para buscarle a todo un sentido, pero él solo se limitó a decirme - “Es la misma historia que les cuentan a todos los cazadores, se inventan una excusa para desmoralizarles. Les atiborran a calmantes para que apenas puedan moverse, y los mantienen con vida lo suficiente para llevarles a su muerte en alguna fecha señalada ¿o acaso crees que si fueran unos médicos ordinarios, iban a dejar que un enfermo mental anduviese a su aire por el hospital después de un intento de fuga?”- después de lanzar la pregunta frenó su andadura para mirarme fijamente - “sé que puede resultar duro, y más para un extranjero como tú. Pero ahora ellos te consideran uno de los nuestros. Así que compórtate como tal, y salgamos de este apestoso lugar de una maldita vez”- me soltó al fin, y proseguimos la huida hasta la parte posterior del hospital donde se encontraba la esperanza de la salvación a unos pocos pasos de distancia.

Avanzamos unos metros por un corredor maltrecho que parecía haber sido fabricado para unir las dos partes del edificio en un época más gloriosa. Aún no entendía como conocían tan bien la infraestructura del hospital pero no se podía decir que no me viniese a la perfección. En menos de quince minutos habíamos evitado los puntos concurridos y estábamos deambulando por la zona sur en busca de las escaleras de incendios que daban a la parte exterior del edificio. - “A éstas alturas ya deben haberse dado cuenta de nuestra huida”- dijo Henry mientras avanzábamos a paso ligero por lo que parecía una planta ordinaria de hospital. - “Debemos darnos prisa si no queremos tener problemas”- Jason se limitó a asentir con la cabeza y aceleró el ritmo. Parecía saber muy bien a donde nos dirigíamos. Yo por mi parte me limité a exprimir el aguante de mi maltrecho cuerpo, siguiendo el ritmo de los demás.

Después de lo que parecieron unos interminables minutos zigzagueando por oscuros pasillos, encontramos una sala de consulta que tenía una especie de escalera adosada a la parte posterior de la ventana. Solo necesitábamos cruzar su pórtico clausurado, y podríamos salir de aquí. Henry y Jason se pusieron a manipular la cerradura mientras yo vigilaba nuestras espaldas. Era increíble que estuviésemos tan cerca de la libertad. Casi era capaz de palpar la sensación de triunfo que nos embargaba a los tres en esos momentos. Unos cuantos pasos más y estaríamos a salvo por primera vez en mucho tiempo. La cerradura se resistía pero gracias a la habilidad de Jason lograron abrirla a tiempo de que nadie nos alcanzara en el pasillo. Lo que ignorábamos es que al abrir la puerta terminaríamos con la espera de nuestros captores.


-“Buenos días caballeros, me alegra verles tan recuperados y llenos de ánimo en esta noche tan... festiva”- El doctor Hyter se encontraba dentro del despacho con el rostro triunfante de la victoria. Su atuendo reflejaba en la penumbra de la noche mientras el reflejo de sus cristales ópticos le daba un aire más amenazador si cabía. Sabía desde el primer momento a donde nos dirigíamos, simplemente atajó y se dedicó a esperarnos al filo de la esperanza para desmoralizarnos más si cabía. Se le notaba glorioso ante su captura, nos observó uno a uno con una amplia sonrisa, y se permitió danzar a sus anchas por la sala mientras nuestras caras atónitas llenas de resignación le seguían por su paseo en alerta por si le ocurría hacernos algo.

- “oh, vamos, no me pongan esas caras. ¿De verdad no se esperaban que en toda su aventura no había nadie que les vigilase? Que inocentes”- Nuestro enemigo sonrió para sí mientras se metía la mano en el bolsillo y sacaba de él un pequeño revolver. - “Ahora si hacen el favor de dar media vuelta se lo agradecería. Tenemos muchas cosas que hacer esta noche con ustedes”- Alzó la mano señalándonos la puerta, y no nos quedó más remedio que obedecer. Con el sentimiento de la derrota azorándonos el pecho, nos dimos media vuelta y comenzamos a andar, pero justo antes de que el doctor Hyter nos alcanzara, Jason nos susurró de manera casi inaudible - “En cuanto lo tenga agarrado huid sin mí”. Fue apenas un segundo lo que duró la frase pero hizo que la sangre helara todo mi cuerpo. Lo miré con una expresión atónita mientras él parecía de lo más tranquilo con su vista fijada en la lejanía. Henry por su parte le miró de reojo, y se acercó lo más posible a mí sin razón aparente. El doctor Hyter parecía no haberse enterado de nada. Con paso seguro se encaminaba detrás de nosotros con la pistola en ristre ganando terreno a cada paso que daba. Fue cuando al situarse a nuestras espaldas cuando Henry captó su atención diciéndole - “Púdrete en el infierno asqueroso matasanos”- En ese mismo instante, su brazo me apartó de su camino mientras el furioso Hyter se disponía a apuntarnos con la pistola y Jason, aprovechando la ocasión, lo agarraba desde detrás lanzando a ese musculado doctor al suelo en una aparatosa caída para ambos. Henry me mandó correr hacia la escalera mientras él recogía la pistola, y me seguía a unos pasos. Jason por su parte, lo intentaba pero Hyter aun tumbado lo tenía aprisionado, y ambos se enzarzaban en una lluvia de puñetazos para ver quien saldría victorioso. Temí gravemente por Jason pero si Henry había decidido seguir su voluntad yo también debía hacerlo para que todo esto llegase a buen puerto. Entramos en el despacho sintiendo los estragos de la pelea a nuestras espaldas, y salimos a la escalera de incendios donde la libertad nos aguardaba con la mayor esperanza de nuestra salvación.

Bajamos las escaleras con premura, y nos encontramos con una tierra gélida que daba la bienvenida a nuestras zapatillas con un húmedo crujido. Observando el panorama solo nos quedaba cruzar el césped y saltar valla que separaba la institución del pueblo. La oscuridad era total y Jason seguía sin aparecer por las escaleras, así que junto a Henry nos dedicamos a abordar algún rincón donde poder escaparnos. - “Según la información que me dio antes de encontrarte, la verja tiene un agujero cerca de la parte oeste. Si queremos pasar desapercibidos, debemos ir pegados a la pared sin sobresalir por la ventana, ¿me has entendido Tomek?”- Henry se me quedó mirando a la espera de una respuesta. Por su puesto que le había entendido, y así se lo hice saber, pero también expuse mi preocupación por dejar a Jason atrás. Por suerte, Henry ya había pensado en todo y me calmó con sus palabras - “Claro que vamos a esperarle. Si alguna vez me ves abandonar a un amigo a su suerte, te pido que me pegues un tiro. Solo vamos a esperarle junto a la salida para no perder tiempo. Si nos quedamos por aquí seremos como gallinas torpes en un corral. Venga vamos”- Henry me apresuró a seguirle bordeando el edificio, como había expuesto con anterioridad, hasta que encontramos unos matorrales donde detenernos. Pasaron unos diez minutos en la fría intemperie cuando una alarma comenzó a resonar por toda la zona. Nos habían descubierto. Hyter debió ganar la pelea y se fue corriendo a alertar a los demás. Podía ser incluso, que ya estuvieran a punto de cogernos. Estábamos en un callejón sin salida del cual solo podíamos huir si nos íbamos en ese momento. Sin dudarlo un segundo Henry y yo nos pusimos de acuerdo en que esperaríamos a que Jason regresase, o nos íbamos todos, o no nos íbamos ninguno. Sentimos las puertas principales abrirse y ya nos temíamos lo peor cuando la figura de Jason malherido apareció a nuestra derecha. - “Se dónde está la salida. Seguidme”- Nos apresuramos a seguirle aliviados de que estuviese bien, y juntos logramos huir de ese infierno blanco que nos capturaba.

Esto es todo por hoy. Si alguna vez visitan Dunwich no se olviden de evitar el sanatorio Saint Helling, en él se alberga la locura más insana de todas. La desesperación.
Le desea felices y prosperas fiestas.
Tomek Sikorski

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