viernes, 4 de noviembre de 2016

30. Bajo la presión de la nocturnidad (Primera parte).

Nota: Treintavo capítulo del relato, para ir al primer capítulo pulse aquí:  Capítulo 1



En cuanto salimos al helador frío de la madrugada se me contrajeron los músculos del impacto. El cambio respecto al calor de la casa había sido muy brusco haciendo que el frío resultase un aliciente más en nuestros inconvenientes añadidos, por lo que tuve que frenar en seco junto a la portilla y abrocharme el abrigo que llevaba totalmente descuidado sobre los hombros.

Tras realizar dicho acto en mí y en el chico, me quedé mirando hacia la negrura inexorable que se abría ante nosotros de una manera reinante en el ambiente, bañando el campo de mi visión en casi toda su totalidad. Tan solo una luz tintineante al fondo del bosque brillaba con fulgor, indicándome con ello que Peep ya estaba retornando a la cabaña de su infructuosa búsqueda de nuestro amigo, al que de seguro no había dado alcance ni de manera mínimamente remota.



Sabía de sobra que no había dado con su paradero porque yo mismo dejé tiempo más que suficiente a Jason para huir a donde quisiese ir, antes de si quiera empezar a prepararme para efectuar mi plan, e ir a avisar a Peep de su desaparición. Así que por mucho que le hubiese buscado había sido claramente una pérdida de tiempo, teniendo en cuenta que iba con una clara desventaja de tiempo, y de conocimiento de la situación.

Eso hacía que al no preocuparme por mi amigo pudiese seguir centrándome en el chico y mi persona para acabar como es debido con el objetivo fijado para esta apoteósica misión. Ahora que tenía la dirección de Peep bien fijada en la mente, me apresuré a rodear por el borde contrario de la cabaña para llegar al bosque desde un ángulo distinto. Para ello, sujeté al chico con fuerza, asegurándome de tenerle bien agarrado para que no se me escapase en medio de la penumbra, y echamos a andar sibilinamente en medio de ese caos instalado en esa fría noche de octubre.

Debíamos darnos prisa. El tiempo apremiaba a cada paso que dábamos. Sabía que nos encontrábamos en una contrarreloj que jugaba en nuestra contra a la hora de escapar de ese dichoso lugar. Estaba seguro que en cuanto Peep regresase al hogar y se diese cuenta de que no estábamos no tardaría ni un segundo en intentar dar con nosotros en las lindes de la cabaña. Por lo que debíamos irnos lo más rápido posible, poniendo toda la tierra posible de por medio en estos momentos de ventaja entre nuestro compañero y nosotros mismos, si no quería que todo lo hecho fuese realizado en balde.

Avanzamos por la ladera contraria a su posición en un intento de pasar desapercibidos a su búsqueda, la cual parecía estar regresando de su punto finalizado en el bosque según nos informaba el movimiento de la luz avanzando hacia nuestra dirección. Al ver su aproximación creciente por momentos, tiré del chico con fuerza por el brazo y aligerando considerablemente el paso, avanzamos medio a ciegas por el terreno complicado, tropezando más de lo que debiéramos para acabar ganando toda la distancia que nos fue posible en ese ambiente tan oscurecido y mordaz.

Continuamos nuestro silencioso avance solamente interrumpido por nuestras respiraciones pesadas y el continuo movimiento de cabeza dado por mi parte para cerciorarme que nuestro compañero no nos seguía por ningún sendero alternativo. Tenía muy claro a donde dirigirme y que camino debía tomar desde el principio de la expedición. Pero la oscuridad de la madrugada y la excesiva carga de Cameron en mis brazos me hacía preguntarme con cierto temor si esta había sido la mejor manera de conseguir mi objetivo. Podía haber hecho las cosas de diferente manera. Podría por ejemplo, haberme enfrentado a mis compañeros de cabaña ante mi decisión de irme con el chico antes de hacer una locura como la que estaba haciendo. Había mil alternativas distintas. Todas y cada una de ellas válidas para este proceso. Pero en dicho momento estas situaciones se me habían antojado como un problema en vez de como otra vía de escape, teniendo esta como única posibilidad factible de llevar a cabo. Así que debía ser consecuente con mi propia lógica por muy cuesta arriba que se estuvieran poniendo las cosas, y no dudar de mi decisión ya encaminada en esta noche taciturna en lo que todo parecía estar cambiando a un ritmo que hasta mi propia persona le costaba seguir con entereza y aplomo.



Seguí por el encrespado camino intentando ver las cosas con más objetividad. Mi mecánica de mantener un ojo puesto en el cazador se fue reduciendo progresivamente al notar que la luz de su guía apenas se veía ya desde nuestra posición. En el momento que conseguí perderla de vista comencé a relajarme un poco y tomarme las cosas con más calma. A estas alturas Peep podría estar cerca de la cabaña, o dentro de la misma, lo que nos dejaba ya total libertad de movimiento por la espesura en la que ya nos estábamos adentrando. En ella la oscuridad era más profunda si cabía, por lo que tuve que dejar al chico sujeto con una mano nada más mientras con la otra palpaba a mi alrededor el camino abierto por el escueto sendero para asegurarnos de que no nos perdíamos en medio de ese sinuoso bosquejo.

Mientras nos adentrábamos en sus fauces comenzamos a notar los ecos nocturnos propios de la naturaleza que solían poner nervioso a Cameron desde que estaba en este estado. En el momento de escucharlos como si se sintiera aún más amenazado en dichos terrenos naturales, comenzó a zarandearse sin control entre la mano con la que le sujetaba, como si necesitase salir de ahí instantáneamente. Yo por mi parte, sin sorprenderme ya de su reacción intenté por todos los medios hacerle entender que sus miedos eran completamente irracionales, y que se encontraba totalmente a salvo estando a mi lado. –“Cam… vamos Cameron tranquilo. No pasa nada. Es solo el arrullo de los árboles. No hay nada que temer, de verdad. Estamos a salvo. Vamos, tenemos que seguir. No. Venga, no me lo pongas tan difícil que no podemos perder el tiempo. Vamos. Tranquilo, Cam. Tranquilo”-.

Mis palabras parecían no hacer efecto en su inquietud, pues con sus diversos espasmos intentaba gritar a través de la mordaza que le había impuesto con anterioridad. Yo por mi parte intentaba agarrarle lo más fuerte que podía para proseguir de nuevo con nuestro avance, pero al intentar rodearle con fuerza entre mis brazos me quedé totalmente petrificado ante la visión que acechaba a sus espaldas, dejándome a mí también completamente atónito a la información que estaba intentando procesar en ese momento tan caótico donde ya nada más podía ocurrir para que una fatalidad como esa nos arruinase el poco espíritu que nos quedaba vigente.

Allí como si nos hubiera sentido y estuviese esperando su momento para darnos caza. Unos ojos amarillos relucían en la penumbra con gran fulgor entre los árboles, haciendo que nuestra prioridad principal quedase reducida a un segundo plano con la intención de salvarnos de su inminente ataque.



Con sumo cuidado, dejé a Cameron a mi lado siendo consciente de su presencia en todo momento, y cautelosamente comencé a sacar el revólver que me había dado Peep con anterioridad en la cabaña para defendernos, estirando muy lentamente el brazo hacia la posición de los ojos, teniendo siempre en cuenta que un solo error podría ser fatal para los dos.

Bajo mi concentración sentía la respiración forzada del chico a mi lado como único sonido que me permitía focalizar para saber que no se iba de mi lado mientras hacía frente a ese ser que al ver mi determinación se había quedado completamente estático esperando a mi reacción. Esta por mi parte no se hizo de rogar pues, una vez enfocado con claridad mi objetivo, deslicé mi dedo por el seguro del arma para dejarlo desenganchado, y una vez liberado, con gran fulgor lancé tres disparos consecutivos hacia su dirección.

Al realizar la ráfaga de munición hacia ella, un reconocible pitido se instaló por un momento en mis oídos, ahogando el grito prolongadamente agudo que había expuesto la bestia antes de deslizarse raudamente hacia el interior del bosque, dejando un gran olor a sangre en su camino. Le había dado, de eso estaba seguro, pero sabiendo lo impredecible que eran esos monstruos no estaba seguro de si volvería o no a por nosotros, ahora que la habíamos amenazado de tal manera. Debíamos por ello darnos prisa si queríamos evitar problemas innecesarios en nuestro plan. Por lo que sin perder el tiempo me giré para recoger al chico y proseguir nuestro camino, pero para mí desgracia mi amigo ya no se encontraba a mi lado. Había desaparecido en el transcurso del acto, pasando totalmente desapercibido con todo el ruido organizado por mis disparos.

Maldiciendo mi suerte, busqué a mi alrededor a tientas, en un intento de encontrarle en dicho momento. Seguramente se había asustado al oír el tiroteo y había echado a correr lejos del embrollo causado por mi persona. No podía andar muy lejos de mi posición si acababa de desaparecer de ese modo, así que inmediatamente eché a andar en círculos fijando mi vista en el movimiento aparente, con la esperanza de que apareciese mi amigo sin problema alguno y pudiéramos irnos de este inhóspito lugar de una vez por todas.

Mis pasos al principio ligeros para no enturbiar a mi oído en pleno proceso de búsqueda, comenzaron a resultar cada vez más apresurados a medida que pasaba el tiempo y el chico no aparecía por el extrarradio del sendero donde nos encontrábamos ubicados. Estaba empezando a desesperarme ante la idea de no encontrarle a tiempo, sabiendo de sobra los peligros que emanaban a nuestro alrededor, cuando un discreto crujido me sobresaltó a mi izquierda haciéndome ver que no estaba solo con su disimulada presencia.

Nada más escucharlo sentí como la alarma de la defesión crecía en mi interior, y con una gran rapidez encañoné mi arma hacia el lugar donde había sentido tal eco para defenderme en el acto. Pero en vez de encontrarme como pensaba en un principio, con una silueta deforme causante del ruido sordo, o el fulgor ocular de alguna criatura. Mis ojos percibieron gratamente que una figura humana se encontraba en la lejanía en dicha dirección. Por fin había encontrado al niño en medio de esa vorágine de locura que nos rodeaba impasiblemente a estas horas de la madrugada.



Cayendo en la cuenta de que era él, sonreí abiertamente y dejé el arma otra vez en mi bolsillo para ir a su encuentro lo más rápidamente posible. Ahora solo tenía que cogerle de nuevo para volver a retomar nuestra huida. No podíamos perder más tiempo del que nos había tomado encontrarnos en medio de esta oscuridad insoldable, así que sin pensármelo dos veces emprendí directamente la marcha olvidándome de todo lo anterior, corriendo hacia su ubicación todo lo rápido que pude.

Al principio con la emoción del rencuentro no reparé en detalles, pero en cuanto estuve lo suficientemente cerca caí en el hecho de que a lo mejor me había precipitado en mi análisis pues un varón mucho más ancho que mi amigo me daba la bienvenida desde el lugar señalado con el chasquido de un arma apuntándome directamente al pecho.

Viendo su gesto me quedé totalmente estupefacto y frené en seco mi avance. El hombre en cuestión parecía sorprendido de encontrarme, pero por mucho que me impactase tanto su presencia como para él la mía, el individuo en cuestión se mostraba mucho más tranquilo que yo ante esa extraña situación. –“Alto. No te muevas”- fue lo único que me dijo al verme venir por el sendero en su dirección. Yo que había detenido mi avance al sentir su arma amenazándome directamente, levanté las manos para insinuarle que no quería hacerle daño, y aprovechando el anonimato que me otorgaba la noche, le lancé la pregunta que me tenía totalmente atormentado en esos momentos. –“Perdone, no pretendo hacerle daño se lo aseguro. Le había confundido con otra persona. ¿Ha visto usted pasar a un chico por los alrededores hace tan solo un momento?-.

Cuando terminé mi pregunta vi como el hombre se me acercaba silenciosamente en respuesta. Yo al ver sus intenciones, ya había bajado las manos acercándolas cuidadosamente a mi bolsillo donde tenía habilitada mi arma como modo de protección. Por la voz sabía que no conocía a ese hombre de nada, pero por lo que me dijo a continuación sabía que no era mutuo, pues con gran cautela, mi acompañante acabó de salvar la distancia que nos separaba, y situándose en frente de mí expuso las siguientes palabras que me dejaron completamente atónito en esa situación tan surrealista que estábamos viviendo. –“Esa voz… tú eres Sikorski, ¿verdad?”-.

Al escucharle frené mi tentativa de recoger el revólver y me fijé en su silueta extrañado. Me había cerciorado de que no era ningún testaferro, ni nadie en general que yo conociese, así que debía ser alguien que me conociese de oídas como ya me había ocurrido en otras ocasiones. Esto me molestó especialmente ya que no tenía tiempo de andar con esas curiosidades en estos momentos tan delicados, sobre todo cuando el chico seguía perdido por estos peligrosos caminos. Por lo que me dispuse a contestarle rápidamente a su pregunta para poder proseguir por el sendero ciñéndome a mi búsqueda. Pero por desgracia tanto apuramiento por mi parte no hizo realmente falta, ya que unos pasos amortiguados a su espalda me indicaban que no estábamos solos de la peor manera posible.

En cuanto escuché el sonido en la lejanía saqué mi arma instintivamente, sintiendo la presión del revolver de mi acompañante impactar contra mi pecho en un intento de frenar mi avance hacia la peligrosidad del asunto. No podía comprender como realizaba tal acto contra mi persona teniendo la amenaza totalmente a su espalda. O al menos eso me extrañaba en un principio pues, en cuanto los pasos comenzaron a acercarse por la hierba tierna que llegaba hasta nuestro terreno, me di cuenta de que no era la presencia de una bestia lo que nos acosaba, sino otro hombre que surgía de entre la negrura con Cameron a su lado.



Al verle quise correr a su lado de inmediato olvidándome totalmente del resto de los presentes que nos tenían rodeados. Pero entonces el arma que me apuntaba en los momentos anteriores al encuentro, ahora estaba haciendo presión en mi pecho devolviéndome a la realidad de que ya no estábamos tan a salvo como me creía en un principio. –“¡Cameron!... ¡Eh, suéltame! ¡¿¡Qué haces!?! ¡No os hemos hecho nada malo. Devolvédmelo!”- Mis palabras resonaron entre los sinuosos árboles como una sentencia amenazadora. Había llegado demasiado lejos sacrificando muchas cosas por el camino, para que ahora unos cualquiera me arrebatasen lo poco que tenía. Si querían luchar estaba dispuesto a hacerles frente con lo poco que tenía si de esa forma conseguía liberar a mi amigo y seguir con el plan estipulado de sacarlo de ese embrollo para siempre.

Tras la sentencia de mis ecos, mi supuesto enemigo golpeó una vez más el arma contra mi cuerpo a modo de advertencia para que no se me ocurriese moverme, mientras su compañero me contestaba con unas esclarecedoras palabras dándome a entender que quien mandaba ahora en el lugar eran ellos, no yo. –“Déjate de hacerte el valiente que los que tenemos la sartén por el mango somos nosotros, cazador. Si quieres que el chico viva vendréis los dos con nosotros a los campos de nuestras tierras. Una vez allí ya veremos qué hacemos con vosotros.”-. Al exponerme tales sentencias el acompañante de Cameron miró hacia su amigo, el cual se encontraba ya afirmando con la cabeza a sus palabras, dándole a entender que estaba completamente de acuerdo con su decisión, dejándonos al chico y a mí a merced del destino que ellos habían escogido para nosotros.

Sus explicitas amenazas tenían un tono sentenciador que sonó a dulce victoria en mi fuero interno. Por lo que me habían contado asumía que estos hombres formaban parte del grupo de campesinos que labraba estas tierras, lo que me facilitaba las cosas mucho más de lo que creía en un principio donde no conocía todavía su identidad. Si era completamente innecesario crear tensión en ese momento tan irascible. Así que, dando ejemplo como respuesta, bajé mi arma, y mirándolos a ambos expuse la siguiente resolución que estoy seguro que no dejó indiferente a nadie. –“Si sois los hombres del campo no hace falta que nos amenacéis. Gustosamente os acompañaremos, pues este era nuestro destino final en esta horrible noche. Venga, vámonos antes de que alguna bestia nos ataque sin pudor al estar aquí tan expuestos hablando. Vosotros guiais en el camino. Adelante.”-.
Continuará…




No hay comentarios:

Publicar un comentario