En cuanto salimos al helador frío de la madrugada se me
contrajeron los músculos del impacto. El cambio respecto al calor de la casa
había sido muy brusco haciendo que el frío resultase un aliciente más en
nuestros inconvenientes añadidos, por lo que tuve que frenar en seco junto a la
portilla y abrocharme el abrigo que llevaba totalmente descuidado sobre los
hombros.
Tras realizar dicho acto en mí y en el chico, me quedé
mirando hacia la negrura inexorable que se abría ante nosotros de una manera
reinante en el ambiente, bañando el campo de mi visión en casi toda su
totalidad. Tan solo una luz tintineante al fondo del bosque brillaba con
fulgor, indicándome con ello que Peep ya estaba retornando a la cabaña de su
infructuosa búsqueda de nuestro amigo, al que de seguro no había dado alcance
ni de manera mínimamente remota.
Sabía de sobra que no había dado con su paradero porque yo
mismo dejé tiempo más que suficiente a Jason para huir a donde quisiese ir,
antes de si quiera empezar a prepararme para efectuar mi plan, e ir a avisar a
Peep de su desaparición. Así que por mucho que le hubiese buscado había sido
claramente una pérdida de tiempo, teniendo en cuenta que iba con una clara
desventaja de tiempo, y de conocimiento de la situación.
Eso hacía que al no preocuparme por mi amigo pudiese seguir
centrándome en el chico y mi persona para acabar como es debido con el objetivo
fijado para esta apoteósica misión. Ahora que tenía la dirección de Peep bien
fijada en la mente, me apresuré a rodear por el borde contrario de la cabaña
para llegar al bosque desde un ángulo distinto. Para ello, sujeté al chico con
fuerza, asegurándome de tenerle bien agarrado para que no se me escapase en
medio de la penumbra, y echamos a andar sibilinamente en medio de ese caos
instalado en esa fría noche de octubre.
Debíamos darnos prisa. El tiempo apremiaba a cada paso que
dábamos. Sabía que nos encontrábamos en una contrarreloj que jugaba en nuestra
contra a la hora de escapar de ese dichoso lugar. Estaba seguro que en cuanto
Peep regresase al hogar y se diese cuenta de que no estábamos no tardaría ni un
segundo en intentar dar con nosotros en las lindes de la cabaña. Por lo que
debíamos irnos lo más rápido posible, poniendo toda la tierra posible de por
medio en estos momentos de ventaja entre nuestro compañero y nosotros mismos, si
no quería que todo lo hecho fuese realizado en balde.
Avanzamos por la ladera contraria a su posición en un
intento de pasar desapercibidos a su búsqueda, la cual parecía estar regresando
de su punto finalizado en el bosque según nos informaba el movimiento de la luz
avanzando hacia nuestra dirección. Al ver su aproximación creciente por
momentos, tiré del chico con fuerza por el brazo y aligerando considerablemente
el paso, avanzamos medio a ciegas por el terreno complicado, tropezando más de
lo que debiéramos para acabar ganando toda la distancia que nos fue posible en
ese ambiente tan oscurecido y mordaz.
Continuamos nuestro silencioso avance solamente interrumpido
por nuestras respiraciones pesadas y el continuo movimiento de cabeza dado por
mi parte para cerciorarme que nuestro compañero no nos seguía por ningún
sendero alternativo. Tenía muy claro a donde dirigirme y que camino debía tomar
desde el principio de la expedición. Pero la oscuridad de la madrugada y la
excesiva carga de Cameron en mis brazos me hacía preguntarme con cierto temor
si esta había sido la mejor manera de conseguir mi objetivo. Podía haber hecho las
cosas de diferente manera. Podría por ejemplo, haberme enfrentado a mis
compañeros de cabaña ante mi decisión de irme con el chico antes de hacer una
locura como la que estaba haciendo. Había mil alternativas distintas. Todas y
cada una de ellas válidas para este proceso. Pero en dicho momento estas
situaciones se me habían antojado como un problema en vez de como otra vía de
escape, teniendo esta como única posibilidad factible de llevar a cabo. Así que
debía ser consecuente con mi propia lógica por muy cuesta arriba que se
estuvieran poniendo las cosas, y no dudar de mi decisión ya encaminada en esta
noche taciturna en lo que todo parecía estar cambiando a un ritmo que hasta mi
propia persona le costaba seguir con entereza y aplomo.
Seguí por el encrespado camino intentando ver las cosas con
más objetividad. Mi mecánica de mantener un ojo puesto en el cazador se fue
reduciendo progresivamente al notar que la luz de su guía apenas se veía ya
desde nuestra posición. En el momento que conseguí perderla de vista comencé a relajarme
un poco y tomarme las cosas con más calma. A estas alturas Peep podría estar
cerca de la cabaña, o dentro de la misma, lo que nos dejaba ya total libertad
de movimiento por la espesura en la que ya nos estábamos adentrando. En ella la
oscuridad era más profunda si cabía, por lo que tuve que dejar al chico sujeto
con una mano nada más mientras con la otra palpaba a mi alrededor el camino
abierto por el escueto sendero para asegurarnos de que no nos perdíamos en
medio de ese sinuoso bosquejo.
Mientras nos adentrábamos en sus fauces comenzamos a notar
los ecos nocturnos propios de la naturaleza que solían poner nervioso a Cameron
desde que estaba en este estado. En el momento de escucharlos como si se
sintiera aún más amenazado en dichos terrenos naturales, comenzó a zarandearse
sin control entre la mano con la que le sujetaba, como si necesitase salir de
ahí instantáneamente. Yo por mi parte, sin sorprenderme ya de su reacción
intenté por todos los medios hacerle entender que sus miedos eran completamente
irracionales, y que se encontraba totalmente a salvo estando a mi lado. –“Cam…
vamos Cameron tranquilo. No pasa nada. Es solo el arrullo de los árboles. No
hay nada que temer, de verdad. Estamos a salvo. Vamos, tenemos que seguir. No.
Venga, no me lo pongas tan difícil que no podemos perder el tiempo. Vamos.
Tranquilo, Cam. Tranquilo”-.
Mis palabras parecían no hacer efecto en su inquietud, pues
con sus diversos espasmos intentaba gritar a través de la mordaza que le había
impuesto con anterioridad. Yo por mi parte intentaba agarrarle lo más fuerte
que podía para proseguir de nuevo con nuestro avance, pero al intentar rodearle
con fuerza entre mis brazos me quedé totalmente petrificado ante la visión que
acechaba a sus espaldas, dejándome a mí también completamente atónito a la
información que estaba intentando procesar en ese momento tan caótico donde ya
nada más podía ocurrir para que una fatalidad como esa nos arruinase el poco
espíritu que nos quedaba vigente.
Allí como si nos hubiera sentido y estuviese esperando su
momento para darnos caza. Unos ojos amarillos relucían en la penumbra con gran
fulgor entre los árboles, haciendo que nuestra prioridad principal quedase
reducida a un segundo plano con la intención de salvarnos de su inminente
ataque.
Con sumo cuidado, dejé a Cameron a mi lado siendo consciente
de su presencia en todo momento, y cautelosamente comencé a sacar el revólver
que me había dado Peep con anterioridad en la cabaña para defendernos, estirando
muy lentamente el brazo hacia la posición de los ojos, teniendo siempre en
cuenta que un solo error podría ser fatal para los dos.
Bajo mi concentración sentía la respiración forzada del
chico a mi lado como único sonido que me permitía focalizar para saber que no
se iba de mi lado mientras hacía frente a ese ser que al ver mi determinación
se había quedado completamente estático esperando a mi reacción. Esta por mi
parte no se hizo de rogar pues, una vez enfocado con claridad mi objetivo,
deslicé mi dedo por el seguro del arma para dejarlo desenganchado, y una vez
liberado, con gran fulgor lancé tres disparos consecutivos hacia su dirección.
Al realizar la ráfaga de munición hacia ella, un reconocible
pitido se instaló por un momento en mis oídos, ahogando el grito
prolongadamente agudo que había expuesto la bestia antes de deslizarse
raudamente hacia el interior del bosque, dejando un gran olor a sangre en su
camino. Le había dado, de eso estaba seguro, pero sabiendo lo impredecible que
eran esos monstruos no estaba seguro de si volvería o no a por nosotros, ahora
que la habíamos amenazado de tal manera. Debíamos por ello darnos prisa si
queríamos evitar problemas innecesarios en nuestro plan. Por lo que sin perder
el tiempo me giré para recoger al chico y proseguir nuestro camino, pero para
mí desgracia mi amigo ya no se encontraba a mi lado. Había desaparecido en el
transcurso del acto, pasando totalmente desapercibido con todo el ruido
organizado por mis disparos.
Maldiciendo mi suerte, busqué a mi alrededor a tientas, en
un intento de encontrarle en dicho momento. Seguramente se había asustado al
oír el tiroteo y había echado a correr lejos del embrollo causado por mi
persona. No podía andar muy lejos de mi posición si acababa de desaparecer de ese
modo, así que inmediatamente eché a andar en círculos fijando mi vista en el
movimiento aparente, con la esperanza de que apareciese mi amigo sin problema
alguno y pudiéramos irnos de este inhóspito lugar de una vez por todas.
Mis pasos al principio ligeros para no enturbiar a mi oído
en pleno proceso de búsqueda, comenzaron a resultar cada vez más apresurados a
medida que pasaba el tiempo y el chico no aparecía por el extrarradio del
sendero donde nos encontrábamos ubicados. Estaba empezando a desesperarme ante
la idea de no encontrarle a tiempo, sabiendo de sobra los peligros que emanaban
a nuestro alrededor, cuando un discreto crujido me sobresaltó a mi izquierda
haciéndome ver que no estaba solo con su disimulada presencia.
Nada más escucharlo sentí como la alarma de la defesión
crecía en mi interior, y con una gran rapidez encañoné mi arma hacia el lugar
donde había sentido tal eco para defenderme en el acto. Pero en vez de
encontrarme como pensaba en un principio, con una silueta deforme causante del ruido
sordo, o el fulgor ocular de alguna criatura. Mis ojos percibieron gratamente
que una figura humana se encontraba en la lejanía en dicha dirección. Por fin
había encontrado al niño en medio de esa vorágine de locura que nos rodeaba
impasiblemente a estas horas de la madrugada.
Cayendo en la cuenta de que era él, sonreí abiertamente y dejé
el arma otra vez en mi bolsillo para ir a su encuentro lo más rápidamente
posible. Ahora solo tenía que cogerle de nuevo para volver a retomar nuestra
huida. No podíamos perder más tiempo del que nos había tomado encontrarnos en
medio de esta oscuridad insoldable, así que sin pensármelo dos veces emprendí
directamente la marcha olvidándome de todo lo anterior, corriendo hacia su ubicación
todo lo rápido que pude.
Al principio con la emoción del rencuentro no reparé en
detalles, pero en cuanto estuve lo suficientemente cerca caí en el hecho de que
a lo mejor me había precipitado en mi análisis pues un varón mucho más ancho
que mi amigo me daba la bienvenida desde el lugar señalado con el chasquido de
un arma apuntándome directamente al pecho.
Viendo su gesto me quedé totalmente estupefacto y frené en
seco mi avance. El hombre en cuestión parecía sorprendido de encontrarme, pero
por mucho que me impactase tanto su presencia como para él la mía, el individuo
en cuestión se mostraba mucho más tranquilo que yo ante esa extraña situación.
–“Alto. No te muevas”- fue lo único que me dijo al verme venir por el sendero en
su dirección. Yo que había detenido mi avance al sentir su arma amenazándome
directamente, levanté las manos para insinuarle que no quería hacerle daño, y
aprovechando el anonimato que me otorgaba la noche, le lancé la pregunta que me
tenía totalmente atormentado en esos momentos. –“Perdone, no pretendo hacerle
daño se lo aseguro. Le había confundido con otra persona. ¿Ha visto usted pasar
a un chico por los alrededores hace tan solo un momento?-.
Cuando terminé mi pregunta vi como el hombre se me acercaba
silenciosamente en respuesta. Yo al ver sus intenciones, ya había bajado las
manos acercándolas cuidadosamente a mi bolsillo donde tenía habilitada mi arma
como modo de protección. Por la voz sabía que no conocía a ese hombre de nada,
pero por lo que me dijo a continuación sabía que no era mutuo, pues con gran
cautela, mi acompañante acabó de salvar la distancia que nos separaba, y
situándose en frente de mí expuso las siguientes palabras que me dejaron
completamente atónito en esa situación tan surrealista que estábamos viviendo.
–“Esa voz… tú eres Sikorski, ¿verdad?”-.
Al escucharle frené mi tentativa de recoger el revólver y me
fijé en su silueta extrañado. Me había cerciorado de que no era ningún
testaferro, ni nadie en general que yo conociese, así que debía ser alguien que
me conociese de oídas como ya me había ocurrido en otras ocasiones. Esto me
molestó especialmente ya que no tenía tiempo de andar con esas curiosidades en
estos momentos tan delicados, sobre todo cuando el chico seguía perdido por
estos peligrosos caminos. Por lo que me dispuse a contestarle rápidamente a su
pregunta para poder proseguir por el sendero ciñéndome a mi búsqueda. Pero por
desgracia tanto apuramiento por mi parte no hizo realmente falta, ya que unos
pasos amortiguados a su espalda me indicaban que no estábamos solos de la peor
manera posible.
En cuanto escuché el sonido en la lejanía saqué mi arma
instintivamente, sintiendo la presión del revolver de mi acompañante impactar
contra mi pecho en un intento de frenar mi avance hacia la peligrosidad del
asunto. No podía comprender como realizaba tal acto contra mi persona teniendo
la amenaza totalmente a su espalda. O al menos eso me extrañaba en un principio
pues, en cuanto los pasos comenzaron a acercarse por la hierba tierna que
llegaba hasta nuestro terreno, me di cuenta de que no era la presencia de una
bestia lo que nos acosaba, sino otro hombre que surgía de entre la negrura con
Cameron a su lado.
Al verle quise correr a su lado de inmediato olvidándome totalmente
del resto de los presentes que nos tenían rodeados. Pero entonces el arma que
me apuntaba en los momentos anteriores al encuentro, ahora estaba haciendo
presión en mi pecho devolviéndome a la realidad de que ya no estábamos tan a
salvo como me creía en un principio. –“¡Cameron!... ¡Eh, suéltame! ¡¿¡Qué
haces!?! ¡No os hemos hecho nada malo. Devolvédmelo!”- Mis palabras resonaron
entre los sinuosos árboles como una sentencia amenazadora. Había llegado
demasiado lejos sacrificando muchas cosas por el camino, para que ahora unos cualquiera
me arrebatasen lo poco que tenía. Si querían luchar estaba dispuesto a hacerles
frente con lo poco que tenía si de esa forma conseguía liberar a mi amigo y
seguir con el plan estipulado de sacarlo de ese embrollo para siempre.
Tras la sentencia de mis ecos, mi supuesto enemigo golpeó una
vez más el arma contra mi cuerpo a modo de advertencia para que no se me ocurriese
moverme, mientras su compañero me contestaba con unas esclarecedoras palabras
dándome a entender que quien mandaba ahora en el lugar eran ellos, no yo.
–“Déjate de hacerte el valiente que los que tenemos la sartén por el mango
somos nosotros, cazador. Si quieres que el chico viva vendréis los dos con
nosotros a los campos de nuestras tierras. Una vez allí ya veremos qué hacemos
con vosotros.”-. Al exponerme tales sentencias el acompañante de Cameron miró
hacia su amigo, el cual se encontraba ya afirmando con la cabeza a sus
palabras, dándole a entender que estaba completamente de acuerdo con su decisión,
dejándonos al chico y a mí a merced del destino que ellos habían escogido para
nosotros.
Sus explicitas amenazas tenían un tono sentenciador que sonó
a dulce victoria en mi fuero interno. Por lo que me habían contado asumía que
estos hombres formaban parte del grupo de campesinos que labraba estas tierras,
lo que me facilitaba las cosas mucho más de lo que creía en un principio donde
no conocía todavía su identidad. Si era completamente innecesario crear tensión
en ese momento tan irascible. Así que, dando ejemplo como respuesta, bajé mi
arma, y mirándolos a ambos expuse la siguiente resolución que estoy seguro que
no dejó indiferente a nadie. –“Si sois los hombres del campo no hace falta que
nos amenacéis. Gustosamente os acompañaremos, pues este era nuestro destino
final en esta horrible noche. Venga, vámonos antes de que alguna bestia nos
ataque sin pudor al estar aquí tan expuestos hablando. Vosotros guiais en el
camino. Adelante.”-.
Continuará…
No hay comentarios:
Publicar un comentario