viernes, 24 de febrero de 2017

38. Hablando con el culpable (primera parte).

Nota: Treintaiochoavo capítulo del relato. Para ir a la primera parte de la novela pulse aquí: Capítulo 1


Tomek creo que se dónde estás. Esta mañana he ido hacia la cabaña de Peep para dejarle las cosas claras cuando, mientras discutíamos, he caído en la cuenta de lo más obvio que podía haber pasado, así que apuro estos momentos en los que me encuentro esperando a que anochezca para asaltar a esos malnacidos, y rescatarte para tenerte otra vez a nuestro lado de nuevo.

Comenzaré por el principio para no confundirte. Después de la noche en que te conté lo que había pasado desde que me separé de vosotros, estuve divagando sobre cómo me encontraba de salud para enfrentarme a ese tirano que te había atacado momentos antes de tu desaparición.

No me malinterpretes, no es que quisiera liarme a palos con él según llegase a la casa, quería por todos los medios sonsacarle hasta la última gota de información que tuviese escondida en su cabeza antes de nada, pero si necesitaba estar preparado por si le daba un arrebato de estos suyos, y tenía que defenderme para no salir igual de perjudicado como lo hiciste tú. Así que, analizando mis heridas me di cuenta de que aunque aún tuviese los ojos sin recuperar, estos habían mejorado lo suficiente como para apuntar con un arma, por lo que sin esperar a que saliese el sol siquiera, partí hacia esas tierras, lo suficientemente armado para tener el factor sorpresa a mi favor.

Cuando llegué al hogar me sorprendió que estuviese todo de lo más calmado después de todo lo vivido. Nadie se encontraba haciendo guardia, y no había ninguna barricada en la puerta, tan solo cuando entré sin ninguna dificultad me encontré con que alguien estaba pendiente de todas formas, y bajaba las escaleras para encontrarse con quien había irrumpido en el lugar. Al principio saqué un arma de mi chaqueta pensando que era Peep, pero después de tener más visualización de la persona que estaba descendiendo me di cuenta de que solo se trataba de Magda.

Al verme la mujer se quedó en el sitio congelada en medio de la estancia. Relajé mi postura para que viera que no iba con ella la cosa, y tan solo le dije –“He vuelto”- para que se diese cuenta que no tenía nada que temer.

En cuanto mis palabras surgieron de mi boca, Magda bajó el resto de escaleras más aliviada y me preguntó por vosotros nada más posicionarse a mi altura con un –“¿Vienes solo?”- muy escueto pero lleno de esperanza.

No sabía muy bien como decirle todo lo que había pasado, sin herirla demasiado. En el momento en que vi su rostro preocupado mirando a la puerta cerrada a mis espaldas comprendí que Peep no la había informado de nada para que siguiese confiando en él, seguramente. Pero eso se iba a acabar. Aunque me costase hablar de este tema en voz alta, debía hacerlo para que supiese la verdad. Un –“Sí. Tenemos que hablar Magda”- fue lo que me dio tiempo a decir antes de que el que faltaba en el cuadro diese señales de vida, bajando las escaleras con una prisa innecesaria.


Peep al verme se quedó de lo más tranquilo en medio de su avance. Yo no puedo decir lo mismo de mi reacción pues, en cuanto me di cuenta de que era él hice amago de salir en su dirección tras el arrebato que me dio verle de nuevo, pero no pude hacer mucho ya que Magda al notar mi enfado, me agarró con todas sus fuerzas del brazo, y me dijo –“Jason, no. Por favor”- deteniéndome momentáneamente.

Peep al vernos aprovechó para bajar el resto de tramo que le quedaba sin que yo pudiera hacer nada para evitar que siguiese moviéndose a sus anchas después de lo sucedido. Podía librarme fácilmente de Magda que aún seguía sujeta a mí como si supiera que en cuanto me soltase iría a por ese malnacido, pero preferí no zafarme que, aunque sabía que no habría daño de por medio si lo hiciese, el disgusto que se llevaría no sería mínimo. Así que me quedé en el sitio, y tan solo le solté la verdad para que supiese a quien teníamos tan tranquilamente en casa.

-“Mira a ver a quien defiendes Magda, que este tipo ha hecho desaparecer a Tomek a sangre fría”- No dije más que eso. No hizo falta. Al oírme, pude sentir como la señora me apretaba más el brazo, y miraba ahora en dirección al viejo que ya se estaba tomando la libertad de ponerse a nuestro lado mientras nuestra compañera le preguntaba –“¿Qué le ha pasado a Tomek, Peep?¿Qué le has hecho?”-.

Como me imaginé Peep puso cara de enfado tras oírla pero intentó disimular su disgusto. Que ella precisamente se ponga en su contra le molesta bastante como ya te puedes imaginar, por lo que una vez te conté de que la ve como algo más que una compañera, pero a mi ese hecho la verdad es que me beneficiaba bastante, pues con ella de mi parte ya tenía carta blanca para ponerle las cosas claras a ese diablo, por ello, en cuanto dijo cínicamente –“No sé de dónde has sacado eso muchacho, pero quien te lo haya contado te está engañando”-, fue cuando aproveché, y usando mi brazo libre metí la mano en el bolsillo para lanzar tu diario a la mesa, y reprocharle –“A mí no me vengas con esas viejo, que lo sé todo y no dejaré que te marches en vano después del daño que nos has hecho.”-.


En cuanto lo vio, ese malnacido abrió los ojos como platos de la curiosidad que sentía, y se fue directamente a por tus notas, pero no le dejé avanzar ni dos pasos. Ahora que Magda sabía la verdad, la aparté de lado y puse una mano encima del cuaderno para que ese tipo no pudiera ni rozarlo siquiera.

–“Ni se te ocurra tocarlo. Estas son las vivencias de Tomek. En ellas relató todo lo que le va ocurriendo hasta el momento en que le faltan las fuerzas después de que tú lo hayas obligado a despeñarse acantilado a bajo. Si, si, mírame como quieras que por mucho que frunzas el ceño eso no va a cambiar. No querías que lo supiese ella, ¿Verdad? Pues aquí lo tienes, Magda. Empieza por el final para enterarte de todo. Más tarde ya te enseñaré yo todas las partes donde el pobre Tomek lo pasa fatal por tener que soportar el yugo de Peep. Ten, con cuidado que ya está muy hecho polvo. Si, así. Ya verás de que pasta está hecho este tipejo que está aquí delante de nosotros”.-

Peep se mantenía completamente en silencio tras mi acusación, pero Magda sin embargo, ya se había abalanzado hacia la mesa mientras hablaba para enterarse de lo que sucedía. No fue hasta que esta, al ir leyendo el contenido, comenzó a increparle también diciendo cosas como –“¿¡¿Pero que le has hecho al chico?!? ¿¡¿Estás loco?!?”- que el viejo comenzó a explicarse.

-“Hice lo que tenía que hacer. Sé que todos le habéis cogido mucho cariño pero si seguía así iba a acabar matándonos a todos. Pensaréis que el malo en esta historia soy yo, pero solo estaba protegiéndoos de sus locuras, a todos”-.

Al recalcar el “a todos” miró hacia mí en un intento de convencerme de que también me incluía en el grupo para que me creyese sus intenciones, pero lo que él no sabía es que tu habías explicado con detalle todo lo que nos afectaba a nosotros también, por lo que yo ya estaba curado de cualquier embuste que pudiera darme.

Le señalé por ello para acusarle directamente, y dije -“No me vengas con esas, viejo, que de mí también has tenido tus dudas. Tomek ha transcrito la ficha del sanatorio en el diario, y lo he leído todo. ¿Qué pasa, que te creías las mierdas que habían soltado esos matasanos de mí cuando me capturaron, y por eso te callaste como un asqueroso el que tenías mi ficha médica? Eres un miserable, y créeme que cuando acabe contigo te dejaré con un hilo de vida para cuando encuentre a Tomek veas de primera mano cómo no has podido llevártelo por delante, imbécil”-.


Mis palabras sonaban amenazantes, pero no eran nada comparadas con la ira que sufría en estos momentos. Había llegado el punto en que todas las cartas estaban sobre la mesa. Peep al verme intentó mitigarme diciéndome monsergas de que me estaba comportando de un modo extraño de un tiempo para atrás, y que por eso se había quedado el informe para él, para no echar más leña al fuego, que sabía que yo tampoco confiaba en él después sobretodo de leer la carta que te dejé como despedida en la que te contaba a ti solamente la relación de Henry con Jack, pero yo ya no le escuchaba. Mi mente tan solo era capaz de reírse ante sus excusas baratas, mientras mi brazo viajaba hacia el bolsillo donde guardaba el arma que había recogido de mi casa para darle fin a todo esto de una vez por todas. Fue entonces cuando Magda viendo lo que iba a suceder, nos sentenció a todos de una extraña manera.

–“Esperad, los dos. Lo que menos quiero después de esto es otro baño de sangre. Ya hemos perdido demasiado como para lastimarnos ahora a lo tonto. No, Jason, no me malinterpretes. No soporto la idea de lo que ha hecho Peep, pero ahora necesitamos centrarnos. Tenemos al chico con esos fanáticos de los campesinos, y a Tomek desaparecido sin saber dónde está, al menos su cuerpo que, aunque yo también deseo con todas mis fuerzas que vuelva, después de haber leído esto, dudo mucho de que haya salido con vida. Así que Peep, si te estás guardando alguna información para ti sobre estos derroteros ya nos la estás diciendo, si no quieres que deje de evitarte una desgracia mayor”-.

Ahora era Magda la que miraba al viejo con desafío como retándole a contrariarla a ella también. Peep se quedó tan perplejo como yo a sus palabras. Pocas veces la había visto tan enfadada en su vida como lo estaba en estos momentos. No creía que este tipo tuviese algo de información para contentarla, pero para mi sorpresa no era así, ya que después de recomponerse de sus palabras, Peep abrió la boca para soltarnos una confesión que me dejó más atónito que antes si cabe.

 –“Odio tener que verme en esta situación contigo, Magda. Siempre creí que por la mutua experiencia que nos ha dado esta miserable vida, estábamos en la misma dirección guiando a estos chavales, pero veo que me equivocaba. Parece ser que ese muchacho del que no sabemos apenas nada, ha calado más en ti que todos estos años junto a mí. Así que te diré todo lo que se del tema, aunque sepa que con ello os estoy enviando a bailar con el mismísimo diablo”-.

Continuará…

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